sábado, 17 de diciembre de 2011

El sida

Los orígenes del SIDA.
INTRODUCCIÓN

El sida es una enfermedad infecciosa producida por un virus, denominado VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) que pertenece a la familia de los retrovirus, un grupo caracterizado por su pequeño tamaño y por poseer únicamente ARN en su material genético.

El virus fue descubierto y descrito en profundidad años después de que se describiesen los primeros casos de esta enfermedad. Y es precisamente esta novedad una de las características que mejor identifican al sida. Efectivamente, los primeros casos se describieron entre la comunidad homosexual de San Francisco (Estados Unidos) a principios de los años 80 cuando se observaron varios casos de pacientes aquejados de un tipo de neumonía muy rara hasta esos momentos.

La enfermedad que desarrollaban estos sujetos era típica de pacientes inmunodeprimidos, es decir con sus defensas muy bajas, algo que hasta entonces sólo se veía en pacientes con cáncer y otras patologías muy graves. ¿Por qué entonces había una verdadera epidemia entre jóvenes homosexuales aparentemente sanos?

Comenzó en aquel momento una búsqueda desenfrenada por identificar al causante de este destrozo en los sistemas de defensa contra las infecciones de estos pacientes. Sin entrar por el momento en mucho detalle sobre esta búsqueda, acabó identificándose a un virus como el responsable del cuadro.

LA ENFERMEDAD

La infección de un ser humano por el VIH pone en marcha un proceso de destrucción de todo el sistema de defensas del individuo que, si no se trata, acaba matándole. Esta destrucción de las defensas del paciente es lenta (tarda meses o años), pero inexorable.

El VIH ataca entre otros y de forma específica a los linfocitos T4 que son unas de las células más importantes en el control de la infecciones y del desarrollo de tumores. Esta destrucción va reduciendo poco a poco el número de linfocitos T4 del sujeto hasta que son insuficientes como para garantizar nuestra protección frente a las infecciones que nos atacan día a día y de las que un sujeto sano se defiende sin problemas.

Es entonces cuando la persona infectada empieza a mostrar síntomas de estar enfermo. Al principio, son infecciones sin importancia y otros problemas menores como alteraciones en la piel. Sin embargo, a medida que avanza la enfermedad el virus se multiplica sin cesar dentro del sujeto y destruye cada vez un número mayor de T4 o linfocitos de defensa hasta aniquilarlos casi totalmente.

En ese momento el paciente está prácticamente indefenso frente a cualquier tipo de infección y tiene mayor facilidad que un sujeto sano para desarrollar tumores malignos. El sida progresa a partir de entonces a gran velocidad y aparecen de forma sucesiva y simultánea distintas infecciones y tumores que acaban por consumir y matar al enfermo.

Por tanto, puede decirse que el Síndrome de Inmunodeficiencia Humana o sida se caracteriza por un conjunto de enfermedades (generalmente infecciones), que aparecen como consecuencia de la infección por un virus (VIH), que destruye las defensas del sujeto hasta dejarle a merced de unas enfermedades infecciosas que en condiciones normales no aparecerían.

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